Domingo, 5 DE SETIEMBRE 2021
DOMINICAL
Historia
LAS RABONAS
El largo periodo
de tiempo desde la guerra de la Independencia, las guerras de la consolidación
de la República y la guerra del Guano y el Salitre, entre finales del siglo
XVIII y todo el siglo XIX, tienen en común entre otras cosas, la presencia
permanente de las «rabonas» en el Ejército, tanto en la vida de guarnición
(en los cortos periodos de paz) como en la guerra
Pero,
¿Quiénes eran las rabonas ?, la definición del término en el Diccionario de la
lengua española (2019) menciona:
“Mujer que solía
acompañar a los soldados en las marchas y en campaña ”, El Diccionario de
Peruanismos de Pedro Paz Soldán (1884)dice de ellas con una
connotación abiertamente discriminatoria y racista, lo siguiente:
…La rabona es una
india de raza pura, pequeña, maciza y cuadrangular, hideuse , que va siguiendo
abnegadamente al soldado peruano por los desladeros de la sierra, por los arenales de la costa,
por entre los fuegos de la batalla, y llevando a cuestas a sus espaldas, en un
enorme rebozo de bayeta, anudado sobre el pecho, los úles de cocina, el fruto de sus entrañas, la fajina
para prender el fuego, ¡un hogar entero! … Las razas de la costa o litoral
no han producido nunca este tipo, que sería sublime y digno de idealización, si
su fealdad y asquerosidad esquimales, no la pusieran enteramente fuera de toda
especulación estéca…
mientras que
Alberto Tauro del Pino en su Diccionario enciclopédico ilustrado del Perú (2001)
reere:
Mujer que
acompañaba y atendía al soldado peruano durante las campañas militares de la guerra
emancipadora, tanto en el bando realista como en el patriota,
la necesidad de emprender largos recorrido dependiendo de la resistencia
del hombre andino reclutado como soldado, creó la necesidad de concederle el
derecho a una rabona o mujer de compañía, capaz de atender sus necesidades.
De este modo los servicios auxiliares eran menos costosos
y solo se desnaba
a los oficiales. La tropa de rabonas solía marchar a la retaguardia...
El grueso del
personal de tropa del Ejército durante el siglo XIX, estaba constituido por
indígenas que provenía de las alturas de los Andes, consecuente con esto, la
rabona era una mujer indígena, pobre, quechua hablante: esposa, pareja sentimental,
hermana o madre del soldado, que lo acompañaba desde su reclutamiento forzoso
(leva) en su terruño hasta los cuarteles en las ciudades, ellas se instalaban
en canchones a inmediaciones a este, en una suerte de covachas construidas con
medios de fortuna (ramas, telas, maderas, hojas) (Parra,1979) y eran las
encargadas de adquirir los ingredientes necesarios para confeccionar el rancho diario
de la tropa, empleando el “prest ” asignado a cada hombre de la unidad de tropa.
A una determinada hora se le permitía los clases y soldados salir del cuartel
para dirigirse donde las rabonas para pasar sus alimentos, tiempo que era
empleado además para
afianzar los vínculos afectivos existentes entre
ellos y su rabona. Existían algunas excepciones, como el caso de guarniciones
alejadas de las ciudades, por ejemplo el fuerte San Ramón en Chanchamayo,
donde las rabonas vivían dentro de la instalación
militar, como lo describe el entonces capitán de artillería Emilio
Castañón en sus memorias inéditas (IRA):
… con un
intervalo de cuatro metros, estaban los departamentos de la comandancia, mayoría,
cuartos de oficiales, cuadra de tropa, cuadra de las mujeres de esta, la cantina
y el almacén. Delante del fuerte había una plazoleta, bien despejada, en cuyo
costado fronterizo aquel, estaba la ranchería de las “amorosas”, donde
permanecían durante el día hasta el toque de retreta, que se recogían…
Cuando se
iniciaban operaciones militares y había que trasladar a las unidades a lugares
lejanos, las rabonas se desplazaban ya sea por vía marítima como quedó
registrado en los libros de bitácora de los diferentes buques de nuestra armada
(Carvajal, 2002) o vía terrestre, encuadrándose ellas en la
«cola” del
destacamento de marcha al empezar el desplazamiento.
Esto se debe a
que eran ellas las que levantaban los campamentos o vivac recogiendo las
ollas, esteras, utensilios y cuanto llevaban para el servicio de los soldados,
pero faltando algunas horas para la llegada al punto final de la jornada diaria,
el proceso se invertía y ellas solas sin la dirección de algún oficial o clase
se adelantaban a las tropas en marcha para montar el vivac, recoger combustible
para la cocción de alimentos, recolectar agua, atender a sus hijos menores de
edad y conseguir alimentos en el campo o poblaciones aledañas, lo que implicó
un alto nivel de organización y liderazgo. Cuando la tropa llegaba a su desno diario, el campamento improvisado se
encontraba montado, la comida en preparación y las rabonas esperando a sus
soldados (von Tschudi, 2003). Se encargaban adicionalmente del aseo y arreglo
de sus uniformes y eran las enfermeras de la tropa cuando se enfermaban o caían
heridos en combate. Sin embargo, también cumplían un papel muy importante al
compartir con el soldado el afecto y cariño, evitando con ello la
deserción del personal de tropa producto del desarraigo de su erra y familia. El origen del término
rabona es bastante controversial, una de las explicaciones más aceptada es que
ellas marchaban ocupando el último lugar de la caravana militar”
(Villavicencio, 1997), dicho de otra manera, en la “cola” del destacamento
o “rabo” del mismo. Muchas respetables opiniones de investigadoras
contemporáneas de organizaciones feministas consideran por este
Acuarela de
Francisco “Pancho” Fierro, muestra a un soldado de infantería con rie al hombro y
guitarra en otra mano, seguido por su rabona que lleva una esterilla y sus
utensilios de cocina a la espalda. Imagen tomada de la página web www.losempos.com.
En el
Ejército se conoce con el término “vivac” al campamento improvisado donde las
tropas pernoctan.
…y si no
conseguían leña propiamente dicha, entonces recolectaban chamiza, que es una
leña menuda y también champas o paste seco duro, y taquia o estiércol de
camélidos. (Denegri, 2015).
El término
“cola” aún es parte del lenguaje coloquial del personal militar en el Peru-
hecho, que el
término rabona es despectivo (Barrig, 2019). Sin embargo, luego de haber
explicado el motivo lógico por el cual ellas ocupaban el último lugar entre los
destacamentosde marcha, es entendible que el término sea coloquial y no despectivo. Otra de las
explicaciones es que “durante la guerra de la Independencia para ingresar al
servicio era obligatorio cortarse el pelo, al igual que a las mulas se les
cortaba el rabo por el miedo a las alimañas” (Villalobos, 2019), esto se basa
en el hecho que el término rabón significa “que en el rabo más corto de lo
normal o carece de él” (DLE, 2019). Nanda Leonardini en su artículo:
Presencia
femenina durante la guerra del Pacífico. El caso de las Rabonas (2014)
menciona: “…Mal vista por la sociedad conservadora de su época por romper con
esquemas prestablecidos, así como por las autoridades castrenses no solo por su
sexo, sino por su miserable aspecto, para “disuadirla” en su empeño era
humillada cortando de raíz el único atributo de hermosura feminidad que la
pobre poseía: sus largas y negras trenzas”. En la cita, la autora afirma sin
fundamento que existe una intensión de disuadir a las rabonas en su empeño de
seguir a su soldado durante su servicio militar, cuando más bien, las rabonas
era fundamentales para asegurar el servicio de alimentación, campamento,
atención de enfermos y heridos, etc. Siendo aceptadas por la oficialidad
como una necesidad vital ante las inmensas carencias de organización
y logística de nuestro Ejército en el siglo XIX. En cuanto al corte del
cabello, no se realizaba con la intención de “humillarlas”, esto era un
requerimiento mínimo de salud e higiene tanto en hombres como mujeres en una
época en la que era muy dicil
implementar medidas sanitarias de control de parásitos en la tropa
En América latina,
durante el siglo XIX e inicios del siglo XX se registró la partiipación de las mujeres
en los ejércitos, con diferentes nombres como: “soldaderas” o “adelitas” en
México, “cantieras” en Chile, “juanas” en Colombia, “troperas” en Ecuador, etc.
Sin embargo, las características del servicio de las rabonas peruanas eran
únicos y parculares, siendo muy
similar al de las rabonas bolivianas, con quienes compartían una cultura muy
cercana. Como ejemplo de estas diferencias, las cantieras chilenas vestian uniforme, percibían unaremuneración
similar a la del soldado y eran reconocidas formalmente por el Ejército de su
país como un elemento auxiliar en campaña, teniendo un efectivo mucho menor que
en el Perú y Bolivia (Villacaqui, 2019).En el Perú, el Ejército no reconocía oficialmente
la existencia de las rabonas, a pesar que eran parte vital de la vida cotidiana del
cuartel o campaña. Sin embargo, se llevaba muchas veces un registro
interno de las rabonas de las unidades de tropa con la indicación del soldado
al que pertenecían (ACEHMP, 1879), tampoco se les
asignaban la ración de comida ni dinero. Estas valientes
mujeres se alimentaban de la ración del soldado y lo
que conseguían en campaña. Ellas no tenían ningún tipo de derecho
dentro de la institución armada. La existencia de las rabonas no pasó
desapercibida para algunos extranjeros en nuestro país, quedando registrado
varias narraciones. Al respecto se reproduce algunas citas de dos de los
principales observadores extranjeros. La escritora y feminista francesa de
ascendencia peruana Flora Tristán, quien fue espectadora de la guerra civil de
1834 y los aprestos bélicos de Arequipa en aquella revolución, escribió en su
libro Memorias de una paria (2003) lo siguiente:
…Cargan sobre sus
mulas, las marmitas, las tiendas y, en fn, todo el bagaje. Arrastran en su
séquito una multitud de niños de toda edad. Hacen parr sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan
así las altas montañas cubiertas de nieve y atraviesan los ríos a nado llevando
uno o a veces dos hijos sobre sus espaldas. Cuando llegan al lugar que se les
ha asignado se ocupan primero descoger el mejor sio para acampar. Enseguida descargan las mulas, arman las tiendas,
amamantan y acuestan a los niños, encienden los fuegos y cocinan. Si no están
alejadas de un sitio habitado van en destacamento en busca de provisiones. Se
arrojan sobre el pueblo como bestias hambrientas y piden a los habitantes
víveres para el Ejército. Cuando los dan con buena voluntad no hacen daño
alguno; pero si se les resiste se baten como leonas y con valor salvaje triunfan
siempre de la resistencia…
Unos años
después, Johann von Tschudi, viajero, naturalista y lingüista
suizo, en su obra
El Perú
esbozos de viajes realizados entre 1838 y 1842.
Escribe de ellas:
…En los Ejércitos
hay casi siempre tantas mujeres como hombres. Cuando Santa Cruz entró en Lima,
su Ejército consistía de 7000 hombres seguidos por 6000 mujeres……Llegan mucho
antes al previsto lugar de descanso. Al llegar buscan leña para el combustible,
cocinan la merienda que llevan consigo y esperan a sus
esposos, hermanos o hijos con la comida preparada. En las inhóspitas
y solitarias regiones montañosas, esta preocupación tiene un valor incalculable
ya que sin ellas la tropa moriría de hambre. Estas mujeres no causan molestia
alguna formanco rápido de las columnas, al contrario lo facilitan al aliviar a
los soldados de parte de sus trabajos y les proveen descanso y alimentación
adecuada. También se proveen de sus propias necesidades y ni el Estado ni los
comandantes de las tropas se preocupan de ellas.
Existiron otros
relatos de extranjeros sobre las rabonas, como el del general español Andrés
García Camba actor y tesgo
de la guerra de la Independencia del Perú, quien describió el intento del
virrey Pezuela de desterrar la “perniciosa costumbre de que un ejército de
mujeres siguiera a las tropas en sus expediciones” , así como la partiipación
acva de ella en
elcombate de Umachiri (Villacaqui, 2019), otro eminente extranjero en nuestro país, Sir
Clements Markham,
en su libro La guerra entre el Perú y Chile (1883) describió sorprendido
losvaliosos servicios que prestaron la rabonas al Ejército del Perú en esta
guerra (Villacaqui,2019). Por otra parte, en el arte destaca la controversial
imagen sobre la rabona de Paul Marcoy (Miseres, 2014) en su obra Voyage
de l’Océan Pacique a l’Océan
Atlatique, atravérs l’ Amerique du Sud.(1864), en este grabado se representa a
la rabona como una mujer con todo el menaje a cuestas, vesda con harapos, con una severa mirada
adusta e incluso cargando el fusil del soldado que le da la espalda en el grabado.
En nuestro país, Manuel Atanacio Fuentes en su obra:
Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres (1985),
incluye cinco imágenes sobre las rabonas del archivo del fotógrafo Eugene
Courrent y de acuarelas de Pancho Fierro que nos permite apreciar a través de
las imágenes, los diversos trabajos que realizaban estas denodadas mujeres y su
acción con el soldado (Miseres, 2014). Sin embargo, el cuadro que identifica a la rabona
definitivamente es la obra del pintor español radicado en Lima, Ramón Muñiz en
su óleo llamado
El repase (1888).
El cuadro está ambientado en la toma del pueblo de Chorrillos el 13de enero de
1881, donde se puede apreciar a un soldado peruano caído, siendo defendido por una
rabona quien intenta detener al soldado chileno que está a punto de “repasar” al
soldado, en el suelo se puede ver a una criatura hijo de la rabona y el soldado
peruano (Leonardini, 2014).
Las rabonas
estuvieron presentes en todas las campañas militares desde la guerra de
laIndependencia, integrando los Ejércitos de ambos bandos, a lo largo de los conflictos
______________________________
Paul Marcoy
era el seudónimo del francés Laurent Saint-Cricq, integrante de una expedición científica
del gobierno francés a la Amazonia entre 1843 y 1847.
Los
soldados chilenos “repasaban” a los soldados caídos en el combate, incluso si
se encontraban gravemente heridos e incapaces de continuar el combate, en fragrante
crimen de lesa humanidad, hechos descritos con la mayor naturalidad por varios
autores chilenos de dicha época.
internacionales y
revoluciones del país y muy parcularmente durante la guerra del Guano y del Salitre en donde
acompañaron al soldado en todo momento, como fue registrado
en los desplazamientos del Regimiento de artillería 2 de Mayo desde
Ayacucho a Pisco a pie y de ahí a Iquique en barco o el batallón
Zepita que con el entonces coronel Andrés A. Cáceres, se trasladó
desde el Cusco a Arequipa a pie, de esta ciudad a Mollendo en ferrocarril y de
ahí a Iquique en barco, en todo momento con sus eles rabonas. Existen algunos relatos
sobre su participación en combate que quisiéramos destacar, como el del señor
Francisco Mostajo en su artículo La rabona, heroína nacional publicado en
el diario La Crónica en el año 1952 y reproducido por Freddy Bruno
y Maribel Pacheco en su tesis:
La participación
de la mujer durante la guerra con Chile, el caso de las rabonas (2014),
se trata de la narración de la muerte de un joven sargento que cae
luchando en la cuesta del cerro San Francisco en el intento detonar los cañones
chilenos y la reacción de su rabona quien: “…como loca, furiosa y los ojos
llenos de lágrimas, se arroja sobre él, luego de abrazarlo y besarlo
desesperadamente, le arranca el rifle que aún lo sostiene con fuerza, para
ocupar su puesto al frente de la compañía; y clamando venganza toma cartuchos
de las mantas de los soldados, para seguir avanzando sobre el enemigo,
disparando…” lastimosamente, ella ene que replegarse con los soldados
alno recibir refuerzos e iniciarse la deserción de nuestro aliado e inician el penosodesplazamiento
a Tarapacá por el desierto del Tamarugal. Parcipa en la gloriosa jornada del27 de noviembre,
venciendo al enemigo, pero sale herida en un brazo por su temeridad, las
gigantescas penalidades y carencias en la rerada hacia Arica por los contrafuertes andinos y
desiertos, ocasionará que muera esta anónima heroína peruana. Existe un
caso emblemático, que permite grafiar la presencia de las rabonas en las acciones
de armas, y el silencio absoluto del país frente a su valiosa participación en
las operaciones. En el diario limeño La Patria se informaba desde Arica, que
gracias a las gestiones del cuerpo consular de dicho puerto, se logró el
embarque el 30 de junio de 1880 en el transporte Limeña de soldados peruanos heridos
graves, trescientas ochenta y cinco mujeres y ciento cincuenta niños, sobrevivientes de la batalla de Arica y su llegada al Callao, hecho que pasóabsolutamente
desapercibido por el gobierno y la sociedad de la capital peruana (salvo la
atención de los soldados heridos). Las rabonas luego de haber acompañado a sus
soldados en las campañas del sur desembarcaron y cada una tomó su rumbo,
retornando a los Andes por sus propios medios sin apoyo alguno del gobierno,
con sus hijos y sus pocas pertenecías acuestas. La gura de la rabona fue mal vista por la sociedad
conservadora peruana del siglo XIX, que no llegó a entender su papel importantismo dentro del Ejército, fueron segregadas discriminadas
por su idioma, pobreza, origen y etnia, sufriendo en muchas ocasiones del
maltrato físico y psicológico del soldado, quien se había formado en una
sociedad patriarcal y machista en donde la mujer no tenía derechos y
“pertenecía” a su pareja sentimental. Jorge Basadre en su obra La historia
de la República del Perú, 1822-1933, (2015) describe en forma comparava dos guras antagónicas de la mujer peruana
del siglo XIX, la rabona y la tapada:
Así como del
coloniaje nos acordamos demasiado de las calesas y nos olvidamos de los
obrajes, así también en la República el recuerdo para las tapadas con
olvido de las rabonas. La tapada anda por los portales ruidosos
de corrillos y pregones, por las iglesias por el puente,
por la alameda con el encanto del misterio. La rabona también es
andariega; pero son leguas y leguas las que recorre por cerros, arenales y
quebradas. La tapada se adorna con la elegancia del perfume caro, con la
elegancia del vestio hermoso, con la elegancia de la languidez acariciante del
diminutivo o del arrullo que conviértase en donosura traviesa para el piropo o
la impertinencia. La rabona es desgreñada y sucia, lleva al equipaje y al hijo,
soporta las penalidades y los golpes del soldado, a
veces da a luz
durante la marcha forzada del ejército e, impertérrita, sigue caminando. La
tapada es una flor; la rabona es un animal mezcla de cabra y de puma, de perro
y de llama por lo útil, tire por el valor salvaje y fea por lo dolorosa.
En 1898 llegó a
nuestro país la misión militar francesa, encargada de reformar a nuestro
ejército e institucionalizarlo, tomado una serie de medidas con miras a la
profesionalización dela fuerza, una de sus primeras medidas fue desterrar la gura de la rabona, organizándose a partir
de entonces las juntas económicas de rancho de tropa que administraban los
víveres y medios económicos requeridos para la confección del rancho de tropa,
de acuerdo a normas estrictas de salubridad y nutrición, con raciones reglamentarias,
a horarios establecidos y en comedores centralizados en donde el personal de
tropa empezó a pasar sus alimentos en forma conjunta. De igual manera, se
organizaron los servicios logísticos que permitieron
cubrirnecesidades de abastecimiento, mantenimiento y sanidad en campaña solucionando el
problema de soporte logístico al ejército en operaciones. A pesar del silencio
e indiferencia del Estado peruano, la discriminación de la sociedad del siglo XIX
y la incomprensión de su valioso papel en los momentos difíciles del Perú, su figura
a perdurado en el tiempo, siendo en vísperas de nuestro bicentenario como
República, el momento oportuno para que el Estado, el Ejército y la sociedad
peruana en su conjunto reconozcan su valor, heroísmo y espíritu de sacrificio,
de tal manera que su recuerdo sirva de ejemplo y orgullo a las nuevas
generaciones de peruanos