Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua española
1. Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario
Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad,
no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que
representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a las
veintisiete letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v,
w, x, y, z.
El español se asimila con ello al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las
que solo se consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en todas
ellas existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus
fonemas.
La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no
supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos
signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las
palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico [chíko])
y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del
fonema /y/ (calle [kálle, káye]).
La novedad consiste, simplemente, en que dejan
de contarse entre las letras del abecedario.
Al tratarse de combinaciones de dos letras, las palabras que comienzan por estos
dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que les
corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. La decisión de adoptar el
orden alfabético latino universal se tomó en el X Congreso de la Asociación de
Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose desde
entonces en todas las obras académicas.
2. Propuesta de un solo nombre para cada una de las letras del abecedario
Algunas de las letras tienen varios nombres con tradición y vigencia en diferentes
zonas del ámbito hispánico. La nueva edición de la ortografía, sin ánimo de
interferir en la libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el nombre al
que esté habituado, pretende promover hacia el futuro un proceso de
convergencia en la manera de referirse a las letras del abecedario, razón por la
que recomienda, para cada una de ellas, una denominación única común. El
nombre común recomendado es el que aparece en la relación siguiente debajo de
cada letra.
a, A b, B c, C d, D e, E f, F g, G h, H i, I
a be ce de e efe ge hache i
j, J k, K l, L m, M n, N ñ, Ñ o, O p, P q, Q
jota ka ele eme ene eñe o pe cu
r, R s, S t, T u, U v, V w, W x, X y, Y z, Z
erre ese te u uve uve doble equis ye zeta
La recomendación de utilizar un solo nombre para cada letra no implica, en
modo alguno, que se consideren incorrectas las variantes denominativas con
vigencia en el uso que presentan algunas de ellas, y que a continuación se
comentan:
o La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El nombre uve es el único empleado
en España, pero también es conocido y usado en buena parte de América,
donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los hispanohablantes
que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo de los adjetivos corta, chica,
chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la lengua oral el nombre
de esta letra del de la letra b (be), que se pronuncia exactamente igual. El
hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de añadidos del
nombre de la letra b justifica su elección como la denominación
recomendada para la v en todo el ámbito hispánico.
o La letra b se denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que
utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio, quienes llaman ve (corta,
chica, chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan habitualmente para la b las
denominaciones complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo en cada
caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse a la v.
o La letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve,
doble ve y doble u (este último, calco del inglés double u). Se da preferencia
a la denominación uve doble por ser uve el nombre común recomendado
para la letra v y ser más natural en español la colocación pospuesta de los
adjetivos.
o La letra y se denomina i griega o ye. El nombre i griega, heredado del latino,
es la denominación tradicional y más extendida de esta letra, y refleja su
origen y su empleo inicial en préstamos del griego. El nombre ye se creó en
la segunda mitad del siglo XIX por aplicación del patrón denominativo que
siguen la mayoría de las consonantes, que consiste en añadir la vocal e a la
letra correspondiente (be, ce, de, etc.). La elección de ye como nombre
recomendado para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se
diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i.
o La letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i latina para
distinguirla de la letra y cuando para esta última se emplea la denominación
tradicional de i griega.
A diferencia de las variantes denominativas que se acaban de exponer, todas
ellas válidas, no se consideran hoy aceptables los nombres alternativos que han
recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja desechar
definitivamente el nombre ere para la r, así como las formas ceta, ceda y zeda
para la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas letras son, respectivamente,
erre y zeta.
3. Sustitución, por grafías propias del español, de la q etimológica con valor fónico
independiente en aquellos extranjerismos y latinismos plenamente adaptados al
español (quorum > cuórum)
En el sistema ortográfico del español, la letra q solo tiene uso como elemento
integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/ ante las vocales e, i
(queso [késo], quién [kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de las
posiciones, con la letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné
[akné], tictac [tikták]), aunque en préstamos de otras lenguas también puede
aparecer representado por la letra k en cualquier posición (karaoke [karaóke], kilo
[kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker [búnker], anorak [anorák]).
Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del español el empleo de la letra q como
grafema independiente, con valor fónico autónomo. Por ello, los préstamos de
otras lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya
una q que por sí sola represente el fonema /k/, si se adaptan al español, deben
sustituir esa q por las grafías propias de la ortografía española para representar
dicho fonema. En aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o quasar, o
latinas como quorum o exequatur, deben escribirse en español cuark, cuásar,
cuórum y execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas
voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y
escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde.
Aunque en el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es
frecuente el uso de grafías originarias no adaptadas o —si los nombres provienen
de lenguas que emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura, como el árabe,
el hebreo o el chino— de transliteraciones de las grafías originarias al alfabeto
latino, sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los topónimos mayores, como son
los nombres de países, es conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la
ortografía del español. Por ello, aplicando la misma norma que para los nombres
comunes, se recomienda emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para los
nombres de esos dos países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los
originales árabes que presentan un uso de la q ajeno al sistema ortográfico del
español.
4. Eliminación de la tilde en palabras con diptongos o triptongos ortográficos:
guion, truhan, fie, liais, etc.
Para poder aplicar con propiedad las reglas de acentuación gráfica del español es
necesario determinar previamente la división de las palabras en sílabas. Y para
dividir silábicamente las palabras que contienen secuencias de vocales es preciso
saber si dichas vocales se articulan dentro de la misma sílaba, como diptongos o
triptongos (vais, o.pioi.de), o en sílabas distintas, como hiatos (lí.ne.a, ta.o.ís.ta).
Al no existir uniformidad entre los hispanohablantes en la manera de articular
muchas secuencias vocálicas, ya que a menudo, incluso tratándose de las mismas
palabras, unos hablantes pronuncian las vocales contiguas dentro de la misma
sílaba y otros en sílabas distintas, la ortografía académica estableció ya en 1999
una serie de convenciones para fijar qué combinaciones vocálicas deben
considerarse siempre diptongos o triptongos y cuáles siempre hiatos a la hora de
aplicar las reglas de acentuación gráfica, con el fin de garantizar la unidad en la
representación escrita de las voces que contienen este tipo de secuencias.
De acuerdo con dichas convenciones, y con independencia de cuál sea su
articulación real en palabras concretas, se consideran siempre diptongos a efectos
ortográficos las combinaciones siguientes:
a) Vocal abierta (/a/, /e/, /o/) seguida o precedida de vocal cerrada átona (/i/,
/u/): estabais, confiar, diario, afeitar, viento, pie, doy, guion, aunar, acuario,
actuado, reunir, sueño, estadounidense, antiguo.
b) Dos vocales cerradas distintas (/i/, /u/): triunfo, incluido, diurno, huir, viuda,
ruido.
Del mismo modo, se consideran siempre triptongos a efectos ortográficos las
secuencias constituidas por una vocal abierta entre dos vocales cerradas átonas:
confiáis, actuáis, puntuéis, guau.
Como consecuencia de la aplicación de estas convenciones, un grupo limitado de
palabras que tradicionalmente se habían escrito con tilde por resultar bisílabas
(además de ser agudas terminadas en -n, -s o vocal) en la pronunciación de buena
parte de los hispanohablantes —los que articulan con hiato las combinaciones
vocálicas que contienen— pasan a considerarse monosílabas a efectos de
acentuación gráfica, conforme a su pronunciación real por otra gran parte de los
hispanohablantes —los que articulan esas mismas combinaciones como diptongos
o triptongos—, y a escribirse, por ello, sin tilde, ya que los monosílabos no se
acentúan gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica.
Las palabras afectadas por este cambio son formas verbales como crie, crio (pron.
[krié], [krió]), criais, crieis y las de voseo crias, cria (pron. [kriás], [kriá]), de criar;
fie, fio (pron. [fié], [fió]), fiais, fieis y las de voseo fias, fia (pron. [fiás], [fiá]), de fiar;
flui, fluis (de fluir); frio (pron. [frió]), friais, de freír; frui, fruis (de fruir); guie, guio
(pron. [gié], [gió]), guiais, guieis y las de voseo guias, guia (pron. [giás], [giá]), de
guiar; hui, huis (de huir); lie, lio (pron. [lié], [lió]), liais, lieis y las de voseo lias, lia
(pron. [liás], [liá]), de liar; pie, pio (pron. [pié], [pió]), piais, pieis y las de voseo pias,
pia (pron. [piás], [piá]), de piar; rio (pron. [rió]), riais, de reír; sustantivos como
guion, ion, muon, pion, prion, ruan y truhan; y ciertos nombres propios, como
Ruan y Sion.
Aunque la ortografía de 1999, donde se establecieron las citadas convenciones,
prescribía ya la escritura sin tilde de estas palabras, admitía que los hablantes que
las pronunciasen como bisílabas pudiesen seguir acentuándolas gráficamente. En
cambio, a partir de la edición de 2010 se suprime dicha opción, que quiebra el
principio de unidad ortográfica, de modo que las palabras que pasan a
considerarse monosílabas por contener este tipo de diptongos o triptongos
ortográficos deben escribirse ahora obligatoriamente sin tilde.
Esta convención es solo ortográfica, por lo que no implica, en modo alguno, que
los hablantes deban cambiar la manera en que pronuncian naturalmente estas
voces, sea con hiato o con diptongo.
5. Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres
demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad
La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un
par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar solo),
así como los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales,
funcionen como pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como
determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas
generales de acentuación, bien por tratarse de palabras llanas terminadas en vocal
o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y acabar en consonante distinta de
n o s.
Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en
el adverbio solo y los pronombres demostrativos para distinguirlos,
respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando
en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse
casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos
[= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja solo los
domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’]; o ¿Por qué compraron aquéllos
libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron
aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso y aquellos
acompaña al sustantivo libros).
Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los
pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el uso
de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras
átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los
demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por
eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en
casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar nunca estas
palabras.
Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio
contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo
suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los
que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de
despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios,
como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio
solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el
doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única
interpretación.
6. Supresión de la tilde diacrítica en la conjunción disyuntiva o escrita entre cifras
Hasta ahora se venía recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o
cuando aparecía entre dos cifras, a fin de evitar que pudiera confundirse con el
cero. Este uso de la tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista
prosódico, puesto que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y
tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la escritura
mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la
conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan suficientemente
que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102). Por lo tanto, a partir
de este momento, la conjunción o se escribirá siempre sin tilde, como
corresponde a su condición de palabra monosílaba átona, con independencia de
que aparezca entre palabras, cifras o signos: ¿Quieres té o café?; Terminaré dentro
de 3 o 4 días; Escriba los signos + o – en la casilla correspondiente.
7. Normas sobre la escritura de los prefijos (incluido ex-, que ahora recibe el
mismo tratamiento ortográfico que los demás prefijos: exmarido, ex primer
ministro)
Por primera vez se ofrecen en la ortografía académica normas explícitas sobre la
escritura de las voces o expresiones prefijadas.
Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a
una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal) a la que
aportan diversos valores semánticos. Se resumen a continuación las normas que
deben seguirse para la correcta escritura de los prefijos en español:
a) Se escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando esta es
univerbal, es decir, cuando está constituida por una sola palabra:
antiadherente, antirrobo, antitabaco, cuasiautomático, cuasidelito,
exalcohólico, exjefe, exministro, exnovio, expresidente, posmoderno,
posventa, precontrato, prepago, proamnistía, probritánico, provida,
superaburrido, superbién, supermodelo, vicealcalde, vicesecretario, etc. En
este caso, no se consideran correctas las grafías en las que el prefijo
aparece unido con guion a la palabra base ( anti-mafia, anti-cancerígeno)
o separado de ella por un espacio en blanco ( anti mafia,
anti cancerígeno). Si se forma una palabra anteponiendo a la base varios
prefijos, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion intermedio:
antiposmodernista, requetesuperguapo.
b) Se unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula,
de ahí que se emplee este signo de enlace cuando el prefijo se antepone a
una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, posGorbachov,
pro-Obama. El guion sirve en estos casos para evitar la
anomalía que supone, en nuestro sistema ortográfico, que aparezca una
minúscula seguida de una mayúscula en posición interior de palabra.
También es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el
fin de separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8.
c) Se escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando
esta es pluriverbal, es decir, cuando está constituida por varias palabras.
Hay determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente
proclives, por su significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de
locuciones o de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha
acuñado para ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones
públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos. Esta misma
circunstancia puede darse también con otros prefijos: pre Segunda Guerra
Mundial, super en forma, vice primer ministro.
Así pues, un mismo prefijo se escribirá soldado a la base, unido a ella con guion o
completamente separado en función de los factores arriba indicados: antimafia,
anti-OTAN, anti ácido láctico; provida, pro-OLP, pro derechos humanos;
supercansado, super-8, super en forma, etc.
Las normas aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este
prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la escritura separada —con
independencia de la naturaleza simple o compleja de su base— cuando, con el
sentido de ‘que fue y ya no es’, se antepone a sustantivos que denotan
ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otro tipo de situaciones
circunstanciales de las personas. A partir de esta edición de la ortografía, ex- debe
someterse a las normas generales que rigen para la escritura de todos los prefijos
y, por tanto, se escribirá unido a la base si esta es univerbal (exjugador, exnovio,
expresidente, etc.), aunque la palabra prefijada pueda llevar un complemento o
adjetivo especificativo detrás: exjugador del Real Madrid, exnovio de mi hermana,
expresidente brasileño, etc.; y se escribirá separado de la base si esta es
pluriverbal: ex cabeza rapada, ex número uno, ex teniente de alcalde, ex primera
dama, etc.
8. Equiparación en el tratamiento ortográfico de extranjerismos y latinismos,
incluidas las locuciones
En la nueva ortografía se da cuenta de las normas que deben seguirse cuando se
emplean en textos españoles palabras o expresiones pertenecientes a otras
lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la equiparación en el
tratamiento ortográfico de todos los préstamos (voces o expresiones de otras
lenguas que se incorporan al caudal léxico del español), con independencia de que
procedan de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos) o se trate de voces o
expresiones latinas (latinismos).
De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y latinismos crudos o no
adaptados —aquellos que se utilizan con su grafía y pronunciación originarias y
presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español— deben
escribirse en los textos españoles con algún tipo de marca gráfica que indique su
carácter foráneo, preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En
cambio, los extranjerismos y latinismos adaptados —aquellos que no presentan
problemas de adecuación a la ortografía española o que han modificado su grafía o
su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas
de nuestra lengua— se escriben sin ningún tipo de resalte y se someten a las reglas
de acentuación gráfica del español:
Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico.
Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos
La reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por falta
de cuórum.
Así pues, según la nueva ortografía, y tal como ilustra el último ejemplo, los
préstamos del latín solo se escribirán en letra redonda y con sometimiento a las
reglas de acentuación gráfica del español cuando estén completamente adaptados
a nuestro sistema ortográfico, al igual que se hace con los préstamos de otros
idiomas.
Por su parte, las locuciones o dichos en otras lenguas que se utilicen en textos
españoles deben escribirse igualmente en cursiva —o, en su defecto, entre
comillas— para señalar su carácter foráneo, su consideración de incrustaciones de
otros idiomas en nuestra lengua:
La historia tuvo un happy end de película.
Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.
Según se establece en la nueva edición de la ortografía, las locuciones latinas
(expresiones pluriverbales fijas en latín que se utilizan en todas las lenguas de
cultura occidentales, incluido el español, con un sentido más o menos cercano al
significado literal latino) deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las
provenientes de cualquier otra lengua. Por lo tanto, deben escribirse, de acuerdo
con su carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos
gráficos, ya que estos no existen en la escritura latina:
Así fue, grosso modo, como acabó aquel asunto.
Se casó in articulo mortis con su novia de toda la vida.
Renunció motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron aplazar sine die las negociaciones.
El examen post mortem reveló indicios de envenenamiento.
Las grandes potencias eran partidarias de mantener el statu quo
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