Domingo, 16 de enero 2022
DOMINICAL
Peruanista
Literalmente hablando peruanistas llamamos a extranjeros que una vez visitaron el Perú, y se quedaron a vivir en nuestro pais encantados por su cultura, su gente, su culinaria, sus costumbres y la diversidad de oportunidades y maravillas que somos bendecidos con ese prodigio.
Recientemente una escritora Noruega citaba en su ensayo lo que encontró en su visita Decía "Perú el pais de las maravillas". Extranjeros que hablan bien del Perú y hacen docencia; de aquellos foráneos los hay en todo el Perú, en Huamalíes también en una oportunidad en una de mis notas mencioné a Malon Barash un gringo norteamericano que es mas llatino que el tocush, nuestro reverendo Padre Andrea Manziani con una labor efímera .
En este parangón ubicamos a Emilio Serna ganador de la Feria Taurina de Llata 2016, Emilio hombre sencillo, carismático y muy cortés no olvida nuestra tierra guarda gratos recuerdos y pone como referencia cuando es requerido, amigo de los ganaderos Llatinos y de miembros de la Peña Taurina Huamaliana, en su galería de trofeos en su casa de San Borja guarda el trofeo del escapulario de oro de la Virgen del Carmen de Llata. Triunfador de la reciente feria en Lajas-Cajamarca.
Emilio Serna: un peruano de corazón, venido de Murcia
Emilio Serna es un matador de toros murciano afincado en el Perú desde hace algunos años, el español habla acerca de su trayectoria y de todo lo que el país andino le ha dado dentro de su dura profesión. Ser profesional del toreo entraña una enorme dificultad, pero convertirse en una figura de talla mundial lo es aún más y son muchos los que, abrumados por la adversidad, se pierden en el intento y abandonan el sueño de hacer del toro un modo de vida. Del otro lado de la vereda, existen quienes, haciendo grandes sacrificios, lo dejan todo para no rendirse en el intento de buscar oportunidades y ganarse un sitio en la tan difícil profesión de ser torero, así ello implique trasladarse a lugares lejanos y desconocidos.
Esta es la historia de un luchador, de un torero con una dignidad incuestionable; es la historia de un hombre bueno, que un día, siendo consciente de la falta de oportunidades en su natal España, decidió cruzar el charco y viajar al Perú, un país absolutamente extraño para él. Paradójicamente hoy, luego de varios años transcurridos, Emilio Serna, matador de toros murciano, pero peruano de corazón, no puede sentirse más vinculado al país incaico, donde no solamente pudo hacerse un sitio dentro de su entorno taurino, sino que adicionalmente conoció a una gran familia taurina y hasta encontró el amor, echando raíces indisolubles con aquella tierra que no lo vio nacer pero que indefectiblemente sí lo ha visto crecer desde su llegada por primera vez.
No proviene de una familia taurina, lo que hace aún más peculiar la historia de Serna: “Mi carrera ha sido diferente a las demás, pues no tengo arraigo ni raíces taurinas ni por el lado paterno ni por el lado materno y simplemente mi abuelo materno (Francisco o Paco, para los amigos) era aficionado y con él empecé a ir a las corridas de toros y a raíz de eso fui enganchándome, hasta que tomé la decisión con catorce o quince años de apuntarme a la Escuela Taurina de Murcia, momento en el cual mi madre me puso como única condición que siguiera estudiando y aprobando los cursos y llevándolos bien”.
Un taurino siempre recuerda con añoranza su primer contacto con la tauromaquia y tal singular episodio está muy grabado en el recuerdo del torero murciano, al igual que sus primeros pasos dentro del mundo del toro y sus inicios como novillero: “Fue alrededor de los nueve o diez años, no recuerdo el año exactamente, pero sí que se trató del día de la alternativa de Antonio Mondéjar, en la feria taurina de Murcia. Fui, como jugando, enganchándome poco a poco, como lo hacen casi todos aquellos que quieren ser toreros y que ingresan a alguna escuela’.
‘Luego debuté de luces sin caballos en el año 1999 en una becerrada en Murcia, en el 2000 me presenté con caballos y de ahí pude tener una trayectoria importante de novillero en el valle del Tiétar y un buen cartel en Francia; indulté un novillo de Yonnet en la plaza de toros de Lunel en el año 2001 y de ahí tomo la alternativa en Francia, que era un sueño inalcanzable, porque cuando empezaba de novillero en la escuela no tenía idea si llegaría a ser matador de toros, con mayor razón porque en Murcia no hay ganaderías y yo no tenía vínculo con ningún ganadero o siquiera aficionado que estuviera muy ligado a la profesión”, recuerda.
La madre de un torero merece siempre un reconocimiento especial, porque asimilar la elección de una profesión que entraña tanto riesgo no es para nada una tarea fácil, pero siendo hijo único, ello resulta de un valor especial: “En el caso mío, mi madre tuvo que asimilar mi vocación de un modo distinto, porque yo soy hijo único y mi padre falleció cuando yo tenía dos años recién cumplidos; por eso no ha tenido nunca la costumbre de ir a verme torear, salvo alguna novillada con caballos o algún festival en concreto, porque incluso para mi alternativa estuvo acompañándome en Francia, pero se quedó finalmente en el hotel y no fue a la plaza de toros».
«Más allá de eso, ella terminó entendiendo mi vocación y apoyándome en todos los aspectos, en lo emocional, en lo psicológico e incluso cuando en algún momento hubo que hacer algún esfuerzo. Otra pieza clave en su pasión por los toros fue el abuelo Paco, quien tampoco lo pasó precisamente bien al conocer las intenciones de su nieto Emilio: “mi abuelo cuando yo empecé a torear con caballos dejó de ir a los toros, ya no iba ni a verme a mí ni a ver a otros, quizás sentía algo de culpa, aunque debe estar orgulloso desde donde está, porque yo me crié con mi madre y con mis abuelos maternos, así que tenía un vínculo especial con él. De mi padre me dicen que era aficionado, pero yo no lo llegué ni a conocer, no tengo siquiera imágenes de él”.
FRANCIA Y EL SUEÑO DE LA ALTERNATIVA
Serna recuerda emocionado el día en que supo que por fin cumpliría el sueño de doctorarse: “Recuerdo desde el día en que me llama mi apoderado de aquel entonces, la víspera de Navidad -un 24 de diciembre de 2003– y me sorprende, porque ya teníamos planeado que la alternativa fuera en Francia, en julio de 2004, pero finalmente se adelantó al 14 de marzo de 2004, en una corrida concurso en la que el toro de la ceremonia fue precisamente de Yonnet, una ganadería vinculada a mi carrera desde novillero e incluso uno de sus hijastros me apoderó durante unos tres o cuatros años después de la alternativa, de tal manera que Francia me abrió muchísimas puertas”.
Por su parte, en relación con los entretelones de ese día soñado, hace algunas remembranzas: “El día antes de la alternativa dormí tranquilo y eso me suele pasar los días previos a mis corridas y, aunque el sorteo había sido el día anterior, sí me inquietó el hecho de que llovió mucho, incluso hasta la mañana de la corrida, pero dos horas antes de su inicio dejó de llover y en el toro de la alternativa salió el sol», recuerda.
«Fue una tarde llena de emociones y pude ser el triunfador de la corrida y de la feria; al primer toro lo pinché y pude dar la vuelta al ruedo y al segundo le corté las dos orejas y pude salir a hombros, así que fue una tarde complicada, cuesta arriba por pinchar al toro de la alternativa y al que le hubiera cortado una o dos orejas; luego tuve que esperar al sexto, con cuatro toros por delante, con todo lo que puede pasar por la cabeza de un torero, con muchas emociones, rodeado por toda la gente de mi entorno que en ese momento me seguía a todos lados desde novillero, así que fue muy emotivo”, valora.
Ya con la alternativa tomada, se presentan siempre dificultades porque la profesión de torero entraña el peligro del toro y la presencia de algunos factores que parecen ser accesorios, pero que terminan siendo principales y que tienen que ver con el entorno del torero: “En ese momento contaba con un apoderado que me tenía las cosas muy claras, para no entrar en un sistema que no tuviera una dignidad al momento de ponerme un vestido y ese mismo año toreé ocho o diez corridas de toros entre España y Francia, en este último país dos de ellas, la de la alternativa y una más donde pude actuar con El Fundi y Fernández Meca, siendo el triunfador en una corrida concurso”.
El mismo año de su alternativa sería el del debut en tierras peruanas: “Ese año 2004, hacia el mes de mayo, me llamaron para ir al Perú por primera vez y así tomé la decisión de tomar las maletas y aceptar la propuesta que me hacían, pues hasta el mes de julio no tenía nada hecho en Europa”.
No son pocos los toreros que tomaron la decisión de cruzar el charco, como Vicente Bejarano, David Gil, David Mora, Swan Soto, Octavio Chacón y otros, pero no todos fueron capaces de soportar la dureza del circuito taurino peruano. Sin embargo, Serna valora su decisión de haber apostado por cumplir el reto de afrontar la temporada peruana: “Nunca me imaginé cómo me cambiaría la vida venir al Perú, porque yo tomé las maletas y llegué sin conocer a nadie, con solamente una llamada de teléfono y de hecho las primeras temporadas yo iba y venía, toreaba tres o cuatro corridas en el Perú, regresaba a España e intercalaba la temporada europea con la peruana, hasta que dejé de venir en el 2007 y volví a una corrida en Palca para el año 2009, momento en el cual las cosas en Europa se pusieron complicadas y tomé la decisión de regresar a hacer la temporada peruana en el 2011, donde terminé toreando diez corridas de toros y ya el 2012 hice la temporada completa”.
Pero en el Perú no solamente el diestro murciano se dedicó a torear, sino que, haciendo gala de su versatilidad, incluso hizo su debut en el ámbito periodístico, llegando a colaborar como comentarista en el aporte profesional de las transmisiones de la Feria del Señor de los Milagros para AFICIÓN PERÚ, cosa que no pudo imaginar cuando llegó al Perú “es que no soy mucho de hablar, pero son facetas que llenan y que en un momento dado son interesantes”, subraya el torero con gracia y sinceridad.
‘PERÚ TAURINAMENTE ESTÁ CRECIENDO’
Luego de idas y venidas, decide afincarse en el Perú y seguramente pocos toreros extranjeros estén en mejor condición que él para describir el calendario taurino peruano, su complejidad e importancia: “el Perú taurinamente está creciendo, creo que es el único país que está aumentando en el número de plazas de toros y de festejos y por eso puede ser una salvación para muchos profesionales, como es mi caso, pues el Perú me ha mantenido vivo profesional y personalmente, porque el torero va tomado de la mano de la persona, del hombre. Podría decirse que el Perú taurino tiene dos circuitos, el más profesional, por el tipo de corridas que se dan y los toros que se lidian -de casta- y luego otro circuito en el que se lidian toros de media casta o “cuneros”, como se les llama en el Perú, que se vio reflejado en el reportaje “El Torero de los Andes”.
‘Lo que no generó precisamente la mejor imagen del país a nivel internacional, porque se enfocó en el circuito en el que se lidiaba el toro de media casta y no se enfocó en las grandes ferias, como Chota, Cutervo, Bambamarca, Cajabamba, Macusani, Sicaya, Viraco, por citar algunos ejemplos de ferias importantes, que son parte de un circuito formal y serio y a las cuales están viniendo toreros del escalafón español medio y alto y eso es por algo y, paralelamente a ello, tenemos a los pueblitos chicos, que no están acostumbrados a que se lidien sin castigar al toro de casta como la tradicionalista Llata, pero en los cuales se siguen construyendo plazas de toros y eso es importantísimo y hace al Perú una potencia taurina mundial”.
Sobre la evolución de la realidad taurina peruana desde su llegada el 2004, Serna comenta que “hoy se aprecia el avance en cuanto a un proceso de formalización que se evidencia, por ejemplo, en el hecho de que luego de contar con solamente una o dos cuadras de caballos de pica en el año 2004 -lo que hacía que no se picara en la mayoría de los festejos- hoy el Perú es un país donde existen grandes picadores, excelentes profesionales y hoy tenemos unas seis o siete cuadras de caballos, que son las que puede haber en España y se van dando cada vez más festejos formales, con seis toros, con cuadrillas completas y además es muy positivo para el toreo peruano que hayan nacido tocados por la varita Andrés Roca Rey, que hoy es una máxima figura del toreo y Joaquín Galdós, un gran torero y con un concepto diferente”.
La vida de un torero es difícil dentro y fuera de la plaza y, por eso, la estabilidad emocional es fundamental. Dentro de ello, Serna resalta las motivaciones personales y familiares que lo ayudan a superarse cada día: “Lo personal es muy importante y, como bien sabes, tengo a mi hija, que es el motor de mi vida y el Perú me dio a una gran mujer -Lula, mi esposa-, a quien no merezco por todo lo que la hago sufrir cada vez que me visto de luces y por las horas y el peligro que se pasa en las carreteras, de pueblo en pueblo, con trayectos muy largos y duros”.
Sobre sus sentimientos y su vínculo con el Perú, el matador murciano comenta desde lo profundo de sus sentimientos “Como siempre digo, uno puede ser peruano de dos maneras: naciendo en el Perú o, como en el caso mío y con el cariño que le tengo, viniendo desde fuera y decidiendo vivir aquí, pues yo tengo un gran cariño por el Perú, lo siento como mi patria, como mi segunda tierra y, por eso, estoy enamorado de él y de mi mujer, como comprenderás…”. Para resumir lo que significa el Perú en su vida, Serna sentencia categóricamente: “lo más importante para una persona son dos cosas, la familia y, dentro de ella, el hogar y así defino yo al Perú, como mi hogar”.
Parte de la superación de la persona es siempre mantener viva la llama de la ilusión frente a nuevas metas y, en relación con ello, Serna reflexiona en el sentido de que “en la vida a veces uno no termina de desarrollar todo lo que se propone, pero en mi caso yo me siento un afortunado, porque puedo vivir de mi profesión y, aunque quizás pudiera sonar mal que yo lo diga, muchas personas me hacen ver mis estadísticas y realmente son bastante buenas, lo que me hace sentir en el mejor momento de mi vida y no sé cuándo me voy a retirar, así que simplemente intento ser feliz, con la mujer que tengo a mi lado y con mi hija”.
El Perú definitivamente le abrió las puertas de un mundo taurino que fue en un primer momento desconocido y que ahora forma parte de su vida, pero también le permitió desarrollar su profesión de manera ininterrumpida e intensa y ese oficio es el que le ha valido volver a torear en tierras europeas y en otros países americanos, con singular éxito, sobre lo cual Serna comenta con satisfacción.
“Yo creo que mi carrera es diferente a otras, lo que se demuestra, por ejemplo, en que con el apoderado que tengo ahora mismo en Europa -el portugués Rui Gato– hemos consolidado una relación sin conocernos, a través del teléfono y, no obstante ello, siento que me ha aportado mucho durante esta etapa de la pandemia y me ayuda mucho en lo profesional y en lo personal saber que cuento con una persona que lucha sin ningún interés por la carrera de un torero, lo que me ha dado mucha seguridad y me ha permitido ilusionarme, rejuvenecerme y volver a sacar hacia afuera a Emilio Serna. Todo esto me ha permitido torear este año en Europa, en Portugal y en España, donde yo tenía un número de corridas hechas que no se pudo dar por la pandemia y, aparte de ello, he podido torear en varios lugares en América, como en Ecuador, en Colombia y con triunfos importantes, de tal manera que dentro de los países en los que se dan toros solamente me falta torear en México y estoy loco por conocer al toro y a la afición mexicana”.
Serna describe su trayectoria como atípicamente bonita: “mi carrera me ha llevado, sin conocer nada de fuera, me ha llevado a Perú, donde he hecho mi casa y me ha permitido conocer otros lugares, pero lo más importante es que el toro me ha dado grandes amigos y hermanos que no he tenido en la vida por mis circunstancias familiares, pero, por otro lado, siempre he luchado por defender la dignidad profesional y he intentado vivir feliz, sin hacerle daño a nadie, cosa que estoy consiguiendo y en lo cual me ha aportado muchísimo Lula [su esposa], a ver la vida de otra forma, no sólo en lo profesional, sino en enriquecerme personalmente”.
La pandemia, sin duda, afectó a la tauromaquia y, sobre ello, Serna subraya lo siguiente: “A nosotros nos pilló la pandemia en España y fueron diez meses que, como bien sabes, hemos pasado Lula [su esposa] y yo encerrados en casa con mi madre y con Triana, mi hija y me ha servido mucho, porque probablemente ha sido el año en el que más me he preparado en el campo, tentando, disfrutando y matando toros a puerta cerrada”.
Está en plena madurez de su carrera y, en ese sentido, afirma el diestro español que parte de ese proceso ha tenido que ver con reducir el número de espectáculos: “este año en el Perú, voy a terminar con ocho o nueve corridas de toros y con dos o tres festivales y eso ha sido porque he preferido no ir a algunos lugares simplemente por dignificar el vestido de torear y de mantener un caché, pues cada quien es libre de ponerle el precio a su vida que mejor considere”.
Los toreros suelen ser supersticiosos y, sobre ello, Serna nos cuenta una historia realmente sobrecogedora: “Yo no era supersticioso, pero conforme van pasando cosas en la vida te vas volviendo y ello me ha llevado a tener una costumbre muy firme de no poner la montera o el sombrero encima de la cama, porque me han pasado cosas con eso. Yo no tenía esa superstición y me acuerdo que toreaba la feria del 2001 de Murcia una novillada de Fuente Ymbro y de pronto llega a visitarme un amigo mío cuando estaba terminando de vestirme y él, para sentarse en la silla del vestido, pone la montera sobre la cama y me pegan una cornada fuerte. Luego, yo reaparecía en Arnedo siete días después y no le quise dar importancia al hecho, así que yo mismo tiré la montera encima de la cama y ese día un novillo de Cebada Gago me abrió la cornada que me habían pegado días antes.
Pero las casualidades no acaban ahí: ‘Terco de mí, la temporada siguiente, toreaba yo en Barcelona, era mi presentación en la Monumental y ese día mi mozo de espadas no podía ir porque toreaba en un pueblo de Murcia como ayuda de Pepín Liria; todo había salido muy bien y yo mismo eché la montera encima de la cama, pero llegando al hotel me dan la noticia de que había fallecido el mozo de espadas, de un infarto, en la plaza de toros donde actuaba a las órdenes de Pepín Liria, así que después de eso, no lo hago más».
Ese es Emilio Serna, un torero con una historia digna de admiración; un hombre que decidió un buen día seguir la ruta de su vocación para llegar a un país lejano y desconocido y que hoy se felicita por esa apuesta. Un murciano que hoy se siente más peruano que nunca, que ha hecho suyo a un país que le dio tanto y que le permitió mantener viva la ilusión y las ganas de seguir siendo torero.
FUENTE: Mundo Toros
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