Domingo, 21 de abril 2022
DOMINICAL
Cultural
En este segmento dominical, rescatamos un extracto de un trabajo de investrigación reqalizado por el Dr. César Espinoza Claudio, sociologo de la UNMSM, que muy poco conocemos de él pero sin embargo él habla mucho de Huamalíes, conoce el pasado y presente hístorico de nuestra tierra, engalana en su autoría 6 ensayos literarios narrativos que habla de la región alto andinade Huánuco.
MINEROS Y COMERCIANTES DE LOS ANDES
CENTRALES DEL MARAÑÓN
Por: César Espinoza Claudio-(ensayo)
Hipólito Ruiz López fue el director y primer botánico de la Real Expedición al Virreinato del Perú, con la que se iniciaba una serie de viajes científicos por tierras americanas durante el reinado de Carlos III. Esta aventura americana se desarrolló entre la primavera de 1777 y el otoño de 1778, en esos años recorre las punas andinas del Alto Marañón para apuntar en sus memorias que hasta 1778 el microespacio geográfico de Huallanca (en su momento Huallanca-Dos de Mayo Huánuco) representaba solamente un vasto territorio habitado por vicuñas y guanacos.
Posteriormente con el descubrimiento y la
explotación de múltiples vetas de plata de «buena ley» emergió una ciudad
minera de criollos y mestizos que sumaban aproximadamente 500 vecinos y la
concentración de miles de trabajadores campesinos-mineros temporarios.
El auge de la minería de la plata obligó a
funcionarios y autoridades políticas a trasladarse desde Quivilla (antiguo
pueblo y obraje ubicado en la margen derecha del río Marañón) hacia las punas
de Huallanca: «aquí la mayor parte de los habitantes de esta provincia son
indios; algunos mestizos y poquísimos blancos. Los indios visten con telas de
sus obrajes, de color negro o azul, andan descalzos aún en el tiempo más frío,
y si algunos se calzan es con un pedazo de cuero de vaca, cuanto ocupa la
planta del pie, asegurando con dos tiras del mismo cuero; a este calzado llaman
sucuyes. Las mujeres visten faldellin, pero muchas usan de anacos (vestidos de
bayeta) así en los pueblos como en las estancias donde pasan no pocas de su
vida guardando ganados e hilando por el campo lana para las fábricas de jerga,
pañetes, alfombras, ponchos, y otras telas de su uso; también hilan algodón
para tocuyo y diferentes telas de mezcla con vicuña, seda y lanas de carnero de
castilla y de la tierra» .La explotación de la plata y el azogue se convierten
en el factor dinámico de muchos cambios al interior de esta microeconomía
andina, planteándose, por tanto, un nuevo proceso histórico de reacomodo de
fuerzas por los grupos sociales que intentan lograr la hegemonía política
regional.
Si en un primer momento las comunidades
indígenas y estancias ganaderas lograron rearticular y reorientar sus bienes de
consumo hacia el obraje de Quivilla, así como la concentración administrativa
de sus negocios en la villa de Llata (capital del corregimiento de Huamalíes).
Posteriormente, la producción y la comercialización de esta empresa textil
girará en otra dirección y estaría controlada directamente por el corregidor
provincial, cuyas familias residían, en parte, en el poblado minero de
Huallanca. Es a partir de este nuevo enclave geográfico y político que empiezan
a tejerse los negocios, las provisiones de lanas y algodón, y otras variedades
de materias primas e insumos mediante sucesivos contratos con el cura y vicario
de Llata y con don Eusebio Cervantes Pomachagua, el curaca gobernador del
pueblo de Pachas. Así, bajo el régimen de los Borbones, los negocios enfrentan
a dos grupos económicos asentados en Llata y Huallanca. En particular, las
contrataciones mercantiles que se registran en Huallanca rearticularán a un
pequeño mercado lanero y de manufactura textil controlado por una pequeña élite
criolla provincial que ofertaba una variedad de mercancías hacia otros mercados
regionales ubicados entre Pasco y la Ciudad de los Reyes. A modo de hipótesis
podemos postular que la economía de Llata se estancó y por el contrario,
Huallanca empezará a crecer, logrando acumular mayores ganancias pues sus
empresarios asociaron los negocios mineros y laneros. En esta dirección, este
«asiento real de Huallanca» se ubicará al interior de una hacienda llamada
«Huánuco El Viejo», (doctrina de Pachas). Un primer examen de los censos
parroquiales de Pachas comparando los años de 1774 y 1808, registra un ligero
aumento de 2,837 a 3,621 habitantes de todas las edades y sexo. Estamos frente
a datos numéricos oficiales que, para este lapso de tres décadas, nos muestra
un aparente ritmo de crecimiento muy lento. La documentación que consultamos
está todavía incompleta ya que no registran, por ejemplo, a los indios
forasteros, un importante grupo poblacional que migraba temporalmente fuera de
sus pueblos en busca de dinero, trabajo o refugio temporal. La movilización de
grandes contingentes de indígenas desde las zonas yungas a las punas y
viceversa es un asunto que cualitativamente se registra en los pleitos
judiciales o litigios por tierras y cargas tributarias.
Cortesía de Rolando H. Marcos Picón
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