Domingo, 17 de enero 2021
DOMINICAL
Historia de la ciudad de Huánuco
IZCUCHACA
ISCUCHACA DULZURA.
Calicanto, encanto;
Huallayco, vida
San Pedro pendencia
San Juan, cuchillo
Iscuchaca, dulce
ISCUCHACA, es uno de los barrios de Huánuco que tenía más abolengo, su presencia evoca los primeros tiempos de la ciudad.
Cuando se construyó la acequia madre, esta corría de sur a norte, trayendo las aguas límpidas del río Higueras, desde Yacutoma en Cabrito Pampa, hasta desembocar en el río Huallaga, mediante la quebrada de Moras.
Luego se trazó una segunda acequia, la cual viene en forma diagonal, esta acequia también trae aguas del río Higueras, en dos correntadas paralelas, al que se le llamó Acequión de Dos Aguas, que llevaba agua al molino de Paltos y al molino de Batán, estos acequiones discurrían por las calles del mismo nombre.
Este acequión al cruzar la Calle Real, que era la más importante de Huánuco; entre la cuarta y la quinta cuadra de hoy Jr. Dos de Mayo pasaba por debajo de un puente de piedra caliza, que los quechuablantes lo llamaban Iscochaca: isco, cal y chaca puente.
El puente y el acequión han desaparecido por el impulso del progreso, que todo lo supera, pero quedó para el barrio, quedó el nombre sonoro y poético de Iscuchaca.
En las coplas populares se le conocía a este barrio como Iscuchaca dulce, para darnos a entender la dulzura de sus habitantes, o el sabor grato del ambiente, pero si observamos la ubicación de barrio y de la calle, nos daremos cuenta que por su ubicación, era pase obligado para los viajeros, que venían de Lima, Cerro de Pasco o Ambo, transitando por el Camino Real, por esto se puede deducir que esta calle habían tiendas y pastelerías donde vendían dulces, confituras, caramelos, miel de caña, chancaca y otras golosinas que endulzaban el paladar y la vida de la gente, por eso se le llamó Iscuchaca dulce.
El 28 de Julio de hoy, las cuadras uno y dos son del año 1960, año que se derruyó la antigua y tradicional iglesia de San Sebastián, para construirse el actual templo, en ese tiempo se demolieron la quinta y el molino de las señoritas Mansilla y las huertas de Paltos, para dar lugar a la actual plaza de San Sebastián, acceso al puente del mismo nombre y al inicio del Jr 28 de Julio.
Izcuchaca, como San Pedro y San Juan, es un barrio que tiene precisas delimitaciones, pues se llama Iscuchaca únicamente a esa calle que comprende la tercera, la cuarta y la quinta cuadra de Dos de Mayo, desde la esquina de Tarapacá hasta la esquina de Junín, no más, esto le ha dado personalidad y encanto a este lindo barrio.
Hay que señalar también que el Jr. Junín se llamó Calle Nueva, cuando se abrió esta calle entre huertas y haciendas del sur de la ciudad, el artífice del florecimiento de este barrio fue el Coronel Felipe Carbajal, Alcalde de Huánuco, este barrio fue inaugurado el 6 de Agosto de 1924, con ocasión del primer centenario de la batalla de Junín.
Este alcalde también inauguró, el monumento a Leoncio Prado G. que estaba en plazuela de Santo Domingo el 15 de Julio de 1923, en el cuadragésimo aniversario de la inmolación del héroe.
El Iscuchaca de mis tiempos era un barrio distante y alejadísimo del centro, en donde vivíamos, pasábamos por Izcuchaca solo en tres oportunidades al año. Para visitar el Cementerio, de tránsito a la fiesta de San Sebastián y para el año nuevo.
La caminata era larga, con coronas y ramos de flores, confeccionados en casa , mi mamá y mis hermanos llegábamos al cementerio para reverenciar a los abuelos y demás deudos el Día de los Difuntos, cada 2 de noviembre. Ahí veía que el barrio era alegre, cuajado de tiendas y casitas pintadas de blanquecina cal, con las puertas abiertas, en donde asomaban las vecinas para saludar a las vecinas que iban o venían al cementerio, en considerable romería, y conversar las novedades de la ciudad.
Además de las dulcerías y las panaderías había tiendas muy conocidas, como la de doña Manuela Mirabal ,la de Clorinda de Meza, y la de la Sra. Albertina, ellas abastecían a los viajeros y vecinos.
Para que no faltara nada en este mundillo mágico, habían peluquerías, y sastrerias como el de don Leandro Espinoza, era un viejito sastre y peluquero, que de una u otra manera siempre se entendía con las tijeras, como buen fígaro era hablador y que de tanto hablar había veces se emocionaba de tal medida que cortaba hasta las orejas de los muchachos, como le sucedió a Gumi Atencia en cierta vez, o los dejaba seplacos sin darse cuenta. El sastre vivía a tendido muy bien con su única hija la cual se llamaba Juanita, don Leandro
se movilizaba en una vieja bicicleta marca Raleigh.
En Iscuchaca habían dos o tres chicherías famosas, famosas y de muy grata recordación por sus chichas sabrosas y deliciosas, chichas de maní, y chicha de jora que eran bien requeridas por los sedientos visitantes. También recordamos a doña Michi, en la esquina de Dos Aguas, y la de doña Julia Herrera la quinta cuadra de Dos de Mayo. En las chicherías sobre el mostrador y encima de un blanco mantel, se ponían unos enormes vasos de vidrio, marca Herraje, tapados con platillos de loza, para evitar el polvo y las moscas. Había chicha de jora verde y dulcecita, chicha dulcete, chicha picante y madura, y la inolvidable chicha de maní, aceitocita y de buen cuerpo, con una pizca de canela molida que lo aromatizaba.
Cuando el cliente entraba a la chichería, la chichera que ya había separado la chicha del urpo a una jarra de enlozada, sacaba de la vitrina una palito de carrizo, de más o menos media vara de largo, con el que movía la chicha para que se mesclara, ya que una parte se había asentado en el fondo antes de servirla, luego de sacar el palito del líquido, para evitar que goteara, le daba una chupadita, como quien prueba un manjar.
En este barrio no faltaba nada, también había dos coheterías, una la más antigua de don Andres Illatopa, y otra la de don Samuel Visag en la famosa esquina de Dos Aguas, luego se trasladó al jirón Ayancocha, en donde encontró trágico fin, al incendiarse su establecimiento.
En este barrio también había un grifo, del señor Escobar, allí, se surtían de gasolina los pocos carros que habían por aquella vez, entre ellos llega a mi mente el nombre de uno de los primeros ómnibus que tenía el nombre de “Vente Conmigo”, del sr. Laureano Najera, esos tiempos los grifos gasolina mediante el bombeo manual.
En Iscuchaca fue muy famosa la escuela particular “Niño Jesús de Praga colegio de las hermanas Ponce, la mas recordada la señorita María Luisa, las hermanas era bajitas, muy delgaditas y trigueñitas, por eso el apelativo de chancaquitas, por el color trigueño, del tono de las chancaquitas con maní, la escuelita solamente tenía tres secciones: Transición, o prepara la olla, primero y segundo año de primaria, la escuelita era mixta y allí estudiaron los niños y las niñas de las primeras familias de Huánuco, el uniforme que usaban las niñas era la blusa celeste y la falda blanca, y los varoncitos, camisa y pantalón blanco.
Para que no faltara nada en la esquina de Dos aguas había una joyería del señor Rosendo Herrera, joyero que confeccionaba hermosas prendas de oro y plata.
Entre las amistades que conocíamos, están los hermano Artemio y Amador Mendoza Flor, la familia de don Manolo Díaz, la familia Figueroa, cuyas hermosas hijas adornaban la calle más pintoresca y autentica de Huánuco.
Cuentan que en el año 1975, que una empresa constructora derribó una con tractor una casa en las equinas Mayro y Dos de Mayo, encontraron una olla de barro, conteniendo doblones de oro y monedas de plata, ocasionando un gran revuelo entre los vecinos.
Allí, también escuchaba hablar en castellano antiguo a los amigos de mi padre, como por ejemplo decían que bonita paparañata, cuando se trataba de indicar a una gata, también decían “prende la consumitancia” para la candela o” pásame la palmatoria” por el candelero, y decían calcetines por las medias.
Era gente amigable e inocente, al viajero que llegaba a la ciudad lo acogían con cariño, la invitaban a su casa diciéndole “ dentra descansaremos; chuparemos naranja que era una fruta tan deliciosa de exuberante producción.
En el Iscuhaca de esos tiempos florecieron los más fervientes romances, aquellos que siempre cultivaron nuestra imaginación y que iremos desempolvando para el deleite de los que amamos el pasado.
Cuando la muerte entristecía a los hogares huanuqueños, por Iscuchaca pasaba el cortejo fúnebre que llevaban a sus seres queridos al cementerio, a ese vetusto cementerio que antes se engalanó con una alameda de cipreses, que tristes silbaban con el viento en las noches y algún día nos tocará alejarnos de este Edén por Iscuchaca también nos marcharemos definitivamente.
En este barrio vivían personas de la más variada condición social, desde nobles matronas y bellas muchachas, hasta descaradas raprachas y sufridas mujerzuelas, entre los hombres caballeros honorables, borrachitos y truhanes; pero hay dos personajes que serían imperdonables dejarles en el olvido, eran hembra y macho como decían nuestras abuelas: Don Sicuchco y la buenamoza Rosita Ceretti, los cuales nos encargaremos de contarles en los próximos escritos.
El artículo pertenece a don Virgilio López Calderón,(QEPD)
Fina cortesía de Nampurej
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