Cultural
LA REVOLUCION DE HUANUCO
Por Antonio Zapata Velasco
Una
de las principales rebeliones de la Emancipación ocurrió en Huánuco; ha
cumplido doscientos años y lamentablemente ha pasado casi inadvertida,
confirmando nuestra corta memoria histórica. Valga la proximidad del 28 de julio
para revisar estos sucesos que anuncian al Perú independiente.
Los
indígenas del Alto Huallaga fueron los primeros en sublevarse y obtuvieron una
pequeña victoria camino a Huánuco. Eran liderados por un mestizo llamado José
Contreras y el grueso de sus fuerzas provenía de los indígenas chupaychus.
Estaban contra la continuidad del cobro de tributo, porque efectivamente la
regencia española lo había abolido. Asimismo, tenían numerosas quejas contra
las autoridades regionales, que controlaban las mejores tierras y el comercio
local. Esa oligarquía fue combatida por varios grupos sociales que coincidieron
en la rebelión. En la puerta de la ciudad, los indios hicieron saber que su
enemigo eran los peninsulares, pero que no tenían nada contra criollos y mestizos.
Una
comisión llegó a un acuerdo con los indígenas que entraron a Huánuco en paz.
Pero, el asesinato de su líder y la comprobación que los peninsulares habían
huido, hizo que se desate la furia de las masas. La ciudad fue saqueada tres
días, luego salió en procesión la Virgen de la Dolorosa y dos sacerdotes
facilitaron el restablecimiento de la paz social.
Mientras
tanto, los realistas se habían agrupado bajo el mando del intendente de Tarma,
José González de Prada, abuelo del fundador del anarquismo. Acompañado por
fuerzas salidas de Cerro de Pasco se enfrentó a los indígenas en Ambo y fue
derrotado, pero logró retroceder y salvar sus tropas.
Por
su parte, en Huánuco se reunió el cabildo y eligió una Junta Gubernativa,
compuesta por tres criollos. Los indios regresaron y observaron con recelo a la
Junta, dudaron de su compromiso con la rebelión y sospecharon que se entendía
por lo bajo con el Intendente, que se estaba rearmando para volver a atacar.
Los indios provocaron un recambio en la Junta, habiendo asumido un criollo
natural de Huánuco llamado Juan José Crespo, quien después de la derrota fue
ajusticiado junto al curaca local y el alcalde de Huamalíes.
Los
criollos de Huánuco estaban hartos del monopolio estatal y la falta de
oportunidades para los hijos del lugar. Veían cómo la economía estaba en manos
de un grupo peninsular que había prohibido sembrar tabaco para darle
exclusividad al estanco real. El tabaco era la coca de aquel entonces y los
productores se levantaron.
Se
debate si la Junta realmente buscaba la independencia, o si sólo quería
autonomía local. Pero, fue derrotada rápido y careció de tiempo para
desarrollar su postura. Luego, durante el juicio, sus líderes alegaron
fidelidad al Rey, pero suena a excusa y no se sabe qué hubiera sucedido de
haber triunfado. El hecho es que los criollos de Huánuco se atrevieron a formar
una Junta Gubernativa, cuyo nombre dice mucho.
Por
otro lado, esta Junta agrupaba parte de la elite urbana, pero no las tenía
todas consigo, porque estaba confrontada con una poderosa rebelión indígena.
Atrapados entre el desborde popular y su enemigo realista, los criollos fueron
dubitativos y carecieron de firme voluntad, que perteneció enteramente a los
indígenas, sin embargo dominados por el desorden.
En
declaraciones vertidas en el juicio, los indios aluden al Inca y se escucha el
eco de la expedición de Juan José Castelli, quien había comandado a los
revolucionarios platenses a una breve incursión por el Alto Perú. El año
anterior, Castelli había llegado a la legendaria ruina de Tiahuanacu, donde
había pronunciado un mensaje instando a los indígenas a recuperar sus antiguas
grandezas. El retorno del Inca y la revolución argentina eran los parámetros de
la acción política indígena.
Doscientos años después, es indudable el
crecimiento y modernización del Perú, pero también sorprende en qué elevada
medida los problemas sociales y políticos guardan semejanza con el pasado.
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