domingo, 4 de febrero de 2024

ORBITA HUAMALIANA

Domingo, 4 de febrero 2024

DOMINICAL 

Reportaje

La Escondida Ruta de la Hoja Sagrada
Serie “Huallanca ganadera y minera”.
-Nací en el Monzón. Oí decir a mi padre muchas veces, posiblemente con melancolía por una madre que solo pudo velar por él muy pocos años, de los tres a los siete, cuando su padre lo envió desde Huallanca huyendo de la gripe española, en 1919, hasta cuando ella se casó para formar otro hogar.
Mi abuelo, Sabino Barrenechea Llanos, hombre emprendedor y visionario, había adquirido unos años antes los fundos Tranca y San Benito en ese ubérrimo y hermoso valle del Monzón. Fue en esos ajetreos que conoció a mi bella abuela Carolina Herrera Flores, de quien mi padre heredó sus ojos, su cabello y su nobleza; en tanto que, de mi abuelo, una incansable voluntad de trabajo y el respeto por los demás. Al cumplir su primer año, mi padre fue “recogido” por mi abuelo para criarlo en mejores condiciones en Huallanca. Fue lo que le explicaron años más tarde.
-La primera imagen de mi madre es el de una señora rubia que salió a darme el encuentro con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos cuando el joven Sabino Vargas Anaya me llevó a caballo durante cuatro días de cabalgata, para ponerme al cuidado de mi madre- Fue algo que también nos contó.
En su retorno a Huallanca, mi padre llevó lecciones aprendidas en el cálido Monzón, además del enorme amor por su madre ausente, algo que lo acompañó siempre y creció con él.
Respecto de la infancia de mi padre en Huallanca, los mayores comentaban que “era un espectáculo ver a un niño de siete años cruzar a nado los remansos del río bajo el puente San Juan ubicado frente a la escuela de varones 393, muchas personas acudíamos a la salida de clases en días de sol, para verlo sumergirse en estas gélidas aguas”.
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El sabio Santiago Antúnez de Magiolo, cuando en 1914 instaló en Huallanca una central hidroeléctrica —diseñada a solicitud del empresario minero Carlos Rizo Patrón Lequerica, que mandó construir los equipos en Alemania— entabló amistad con mis abuelos Pablo Martel Llanos y Sabino Barrenechea Llanos, a ellos les comentó que el desarrollo de Huallanca tenía un pie en Recuay en el Callejón de Huaylas y el otro en la selva del Monzón.
Su proyecto, de un ferrocarril desde el puerto de Chimbote, ubicado a 400 Km. al norte de Lima, hasta Huallanca, estaba plenamente justificado. En una primera etapa, atravesaría el Cañón del Pato, Callejón de Huaylas, Huaraz, Recuay, Pasto Ruri, abra Yanashallash, con la finalidad de transportar el carbón extraído de la zona de Caraz, la producción agrícola del Callejón de Huaylas y la producción minera y ganadera de Huallanca. En una segunda etapa, el recorrido sería prolongado hasta La Unión, Quivilla, Tantamayo, Monzón y Tingo María para lograr la integración y el desarrollo comercial y productivo de esta parte de nuestra amazonia, con la costa.
A los doce años, en 1957, estudié en Huánuco, bella ciudad a orillas del río Huallaga con el mejor clima del mundo, donde pude contemplar en sus principales arterias algunas tiendas con enormes fardos de la coca producida en el Monzón, comercializados libremente. Su abierto consumo estaba extendido en las diferentes faenas agropecuarias, mineras y otras, a lo largo y ancho de la sierra del Perú.
Recuerdo que mi padre tenía en el fundo Chuspi de Huallanca la yeguada con dos burros hechores para cubrirlas y producir mulas, muy apreciadas en la selva alta por su fortaleza, buen pisar y su defensa ante el embate de los murciélagos chupa sangre.
Dos décadas más tarde, con la incidencia del narcotráfico y su alianza con el terrorismo de Sendero Luminoso, el Alto Huallaga —territorio que comprende el Monzón— se convirtió en la zona de mayor producción de ese veneno que mata a nuestros jóvenes en vida y uno de los lugares más peligrosos del Perú.
El Monzón, tan cercano y tan lejano, siempre estuvo presente en mi vida como un pendiente heredado de mis abuelos y de la miopía de los políticos incapaces de desarrollarlo, como lo comentaba mi preocupado padre.
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A finales de 1998, siendo alcalde de Huallanca -provincia de Bolognesi, Ancash- definimos las líneas maestras de un plan estratégico para el desarrollo de un territorio que abarcaba Huallanca y pueblos circundantes que siempre estuvieron articulados comercial, cultural y productivamente, más allá de los límites geopolíticos. Es entonces cuando volví a levantar la mirada hacia el Monzón y Tingo María.
Luego de dos años de un intenso y grato trabajo uniendo gobiernos locales de la parte sur de Ancash y Huánuco, para una gestión conjunta en diferentes temas superando fronteras y construyendo una visión compartida en un corredor de desarrollo, organizamos una caminata y encuentro de integración entre los alcaldes de varios pueblos ubicados en las cuencas de los ríos Marañón y Huallaga.
La Escondida Ruta de la Hoja Sagrada está llamada a ser un importante eje de desarrollo de un territorio con enormes potencialidades productivas, turísticas, paisajísticas, acuíferas y culturales, que sigue administrando pobrezas y sufriendo el agobiante centralismo regional.
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Eran las seis de la tarde y parecía un optimista amanecer cuando la dinámica alcaldesa de Tantamayo, señora Fabiola Benavides Domínguez, nos daba la bienvenida a este histórico pueblo de los yarowilcas que tiene 62 restos arqueológicos, con gigantescos muros similares a los castillos medievales y espectaculares edificaciones de piedra de cinco pisos.
Una delegación liderada por mi entrañable amigo, a quien tengo que agradecer el honor de nombrarme padrino del túnel Anlay en la carretera Llata a Quivilla, el alcalde de la provincia de Huamalíes, don Rafael Alvarado Rubina, escuchábamos las últimas instrucciones:
- Solo fíjense en el accidentado camino.
- Caminen sobre el empedrado del antiguo camino inca, eviten los charcos de agua, pueden ser hoyos profundos.
- Bajaremos desde los 3.544 de la laguna Carpa a los 962 msnm de la ciudad de Monzón.
- No saluden ni miren a la cara a los caminantes que suben.
- Formaremos tres grupos, evitemos dejar rezagados.
- No se alejen del camino, es fácil perderse en el monte.
Pidiendo disculpas a quienes he olvidado, menciono algunos nombres de los participantes de esta inolvidable experiencia:
Rafael Alvarado Rubina, alcalde de Huamalíes
Fabiola Benavides Domínguez, alcaldesa de Tantamayo
Hugo Cardich Huamán, alcalde de Dos de Mayo
Florentino Santos, alcalde de Singa
Nilo Llanos, alcalde de Chavín de Pariarca
Valentín Salazar, alcalde de Marías
Pompeyo Panduro Trujillo, regidor de Llata
De Huallanca: gobernador Bequer Soto Magencio; teniente alcalde Eulogio Pozo Chávez; el conocedor de la ruta del electroducto Aguaytia-Huallanca, Luis Pozo; y los comunicadores Edson Marcos Laguna, Fausto Egusquiza y Cesar Baltazar.
La larga travesía emprendida fue un acto para llamar la atención sobre la importancia de construir la carretera Tantamayo- Monzón. El Programa Especial Alto Huallaga nos haría entrega del perfil de esta obra en un acto público en la plaza de armas de Monzón, instrumento de gestión que más tarde se entregó al Plan Vial Provincial Participativo de la provincia de Huamalíes.
A las diez de la noche pusimos pie a tierra en la explanada de la fría laguna de Carpa, los lugareños guiaban nuestros pasos bajo la luz de la luna en un camino que se iba haciendo más estrecho y pedregoso, casi al amanecer llegamos a Caushu, un angosto pase en la roca y punto estratégico de control del desaparecido Estanco de la Coca, además de tambo para los arrieros en pasadas épocas. Pocos kilómetros más adelante divisamos la laguna Negro Cocha, con oscuras leyendas sobre viajeros que nunca llegaron a su destino.
No fueron pocos los silenciosos porteadores, algunos jalando una mula con carga, con los que nos cruzamos en esa escondida y silenciosa ruta. La vegetación y la neblina ganaban terreno y refrescaban la mañana, a las siete arribamos a un tambo en Tumala donde, luego de un café y un poco de fiambre, nos tendimos en el entablado a descansar. “Monzón no está lejos, volteando esa última montaña ya ingresan al valle del Monzón” fue la versión del conocido dicho “aquisito nomás”.
Los helechos gigantes llamaron nuestra atención, también las aves de colores, las pequeñas cataratas y los árboles que querían alcanzar el cielo. El camino inca vuelve a aparecer en un extraño tramo con taludes inclinados perfectos y simétricos a ambos lados hasta una pirámide trunca al final, algo que mi mirada de ingeniero trata de explicar. La consigna del silencio no nos permite recoger mayor información. Al mediodía divisamos las primeras plantaciones y las explanadas de secado de la hoja sagrada, el calor empieza a hacer estragos en la mayoría de nosotros.
-Monzón no está lejos, coman algo, descansen una hora, pueden llegar hoy si apuran el paso; así nos recibieron en el pequeño poblado de Santo Domingo.
El caminar sin descanso, con delicadeza, seguridad y felina agilidad es un arte que practican muy bien los habitantes de estas fértiles tierras y hermosos parajes. Cruzar el hermoso puente colgante Unión sobre un río catarata compensa nuestro sobrehumano esfuerzo y los calambres. La tarde perdía sus luces cuando algunos pobladores de Maravillas nos dieron alcance, nos ayudaron con las mochilas, ofreciendo el hombro como apoyo. Salvavidas.
Luego de veinte horas de una sinpar aventura a lo largo de la escondida ruta de la hoja sagrada que construyeron los incas para la conquista del Antisuyo, llegamos a Monzón.
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El 10 de enero del 2001 en Monzón tuvo un lugar especial en el baúl de mis gratos recuerdos. En el cumpleaños de mi querido padre, estaba participando en la construcción de uno de sus sueños.
A plaza llena nos esperaban los alcaldes: Enrique Rojas Huamán de Huánuco, ex cadete leonciopardino con el que coordinamos este evento; Francisco “Pancho” Díaz Muncín de Tingo María; Máximo Mendoza Sánchez de Ambo; Roxana Rosales Ramos, la alcaldesa anfitriona de Monzón, y otros cuyos nombres huyeron de mi memoria.
Al tomar la palabra en la tierra donde florecieron mis raíces, como coordinador de la Asociación de Alcaldes del “Corredor de Desarrollo Sostenible Oro de Los Andes”, mis ojos se inundaron de un pasado que traía al presente con ilusión y esperanza.
Nuevos amigos, posibles parientes y viejos nombres desconocidos fundidos en francos abrazos realimentaron nuestro optimismo en un futuro que hoy se sigue construyendo en forma silenciosa, aún marginada de los planes viales de los gobiernos regionales de Ancash y Huánuco.
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Recién en el año 2017 se abre la trocha de 50 Km de Monzón a Tantamayo, gracias al denodado trabajo de las autoridades y poblaciones de esa ruta, como don Ciro Trinidad Rojas como alcalde de la provincia de Huamalíes, Juan Pajuelo alcalde de Monzón, Cesar Villanueva alcalde de Jircán y el CODE Huallaga.
No permitamos que pasen otros cien años para consolidar la nueva gran vía nacional Tingo María- Pativilca, con los siguientes tramos:
i. Tingo María, en donde convergen las carreteras desde San Martín, Ucayali y Puerto Inca.
ii. Tingo María- Monzón, ampliada y asfaltada.
iii. Monzón - Tantamayo- Quivilla, parte del proyecto de la carretera Interoceánica y único tramo de esta propuesta por ampliar y asfaltar.
iv. Quivilla - La Unión - túnel Huajtahuaro - Huallanca - desvío a Antamina, tramo de la vía nacional Longitudinal de la Sierra en plena construcción.
v. Desvío a Antamina - Aquia - Conococha, actual carretera con parámetros de vía nacional.
vi. Conococha - Paramonga, vía nacional a Huaraz.
Descongestionar la carretera central, aliviar el asfixiante tráfico en Huánuco, contar con una vía alternativa al túnel de Carpish para una amplia zona de nuestra selva centro norte ante cualquier eventualidad, son razones de peso. Y, lo más importante, un extenso territorio en condiciones de extrema pobreza, que al contar con este eje vial, podría atraer la inversión privada necesaria para financiar su desarrollo, por su enorme y diverso potencial.
Ver al puerto hub de Chancay como una nueva cabecera de playa para la exportación de productos agrícolas, mineros, forestales y otros, tener una cercana puerta de ingreso/salida al gran corredor turístico Oro de Los Andes entre Ancash y Huánuco, viabilizar los cultivos alternativos en el Huallaga y dinamizar las múltiples economías locales, justifica con creces el involucramiento de nuestros actuales líderes, empresarios y autoridades, a todo nivel.
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Nos comprometemos a seguir bregando hasta lograr que “La Escondida Ruta de la Hoja Sagrada” se convierta en este importante eje de desarrollo nacional:
“Tingo María - Monzón - Tantamayo- Quivilla - La Unión - Huallanca - Aquia - Conococha - Pativilca - Chancay”
Un abrazo
Luis Barrenechea Martel

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