lunes, 7 de octubre de 2019

ORBITA HUAMALIANA

Domingo, 6 de octubre 2019
CULTURAL
 NEUROCIENCIAS PARA EDUCADORES
EDUCACIÓN Y FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD (111)
Dr. Pedro Ortiz Cabanillas
DEFECTOS DE LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA
En este sentido, el grado de discapacidad de una persona depende tanto del defecto en sí, cuanto de los criterios que impone el sistema educativo; por ejemplo, en la escuela rural se aplican criterios distintos a los de una escuela urbana; el nivel de exigencia en nuestro país es diferente del impuesto en un país escandinavo.
Entonces, debe estar claro que durante el desarrollo formativo de una personalidad ciertas capacidades no alcanzan los criterios preestablecidos, y que en algún momento son verdaderas incapacidades que impiden, de cierta medida, el acceso de esta persona a un trabajo de mayor exigencia y mejor remuneración. Es decir, son eficiencias cuantitativas que bajo cierta exigencia pueden llegar a constituirse en déficit cualitativo sostenible, que, por tanto, restringen la posibilidad de ser una personalidad íntegra y que, en algún caso, puede reducir su autonomía, aunque de ningún modo su dignidad.


Estos defectos pueden encontrarse en la actividad bioquímica de la neurona, en la actividad metabólica de la sinápsis, en la actividad funcional de las redes subcorticales, en la actividad psíquica consciente el neocórtex cerebral. De estos defectos, lo más llamativos y destacados por lo padres y la comunidad con los de la conciencia (aunque no se lo reconozca de este modo).
Tales defectos pueden encontrarse en uno de sus niveles de organización, pero pueden extenderse a los otros, en sentido epigenético o en sentido cinético. Por lo general, cuando un defecto en cualquiera de los niveles del cerebro se expresa en la actividad epiconsciente y, por lo mismo, en la actuación de la persona, quiere decir que tal efecto ya requiere de alguna intervención, pedagógica o terapéutica, más específica para compensarlo o superarlo, pues la enseñanza estándar para todo el grupo ya no es suficiente para ella.
Para el sentido común, como también para la medicina actual, se supone que son las enfermedades la que más afectan el desarrollo personal, aunque en casi todos los casos no está clara la relación entre las limitaciones o discapacidades comprobadas y la enfermedad subyacente que podría ser o no su causa.
Así por ejemplo, dada la influencia de los estudios médicos tradicionales, se acostumbra hacer una relación abstracta entre ciertos “factores” sociales y patológicos de un lado, y el bajo rendimiento escolar, de otro, sin una mayor preocupación por conocer cuáles son los procesos reales que median entre la situación social y la suerte de subdesarrollo personal que afecta a un escolar.
Es evidente que, ese el punto de vista más general, toda la enfermedades imponen límites; es decir, son procesos que limitan el desarrollo cabal de la persona. ¿quién no se conmueve ante el tremendo impacto que significa para los padres o para una familia tener un niño con algún grado de retardo mental, parálisis, epilepsia, psicosis o cualquier combinación de estas discapacidades? Por fortuna, la mayoría de las personas aceptan esta forma severa de limitación del desarrollo personal como una realidad que debe sobrellevarse y que tratarán de superar.
Al lado de estos niños, hay otro con grado leve de trastornos, en quienes, por los medios de diagnóstico empleados, no se descubre lesión cerebral alguna o se descubre alguna de tipo cicatricial. En estos casos se atribuye la eficiencia a algún factor ambiental o cultural, como puede ser el analfabetismo, el abandono, el bajo nivel cultural de los padres, los conflictos familiares, el estrés social, etc.

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